Somos muchos los que cada día tenemos que utilizar el transporte público. Yo suelo coger el autobús un par de veces a la semana y el metro diariamente y debo decir que este último nunca deja de sorprenderme.
Los asientos están estratégicamente colocados, una fila enfrente de la otra. Estás sentado y se sienta alguien delante ¿dónde miro? El trayecto se convierte en una aventura, descubres ciertas cosas de la otra persona, quizás demasiado superficiales, y dejas volar tu imaginación ¿de dónde vendrá? y ¿a dónde irá ahora?
En ocasiones las miradas se cruzan e incluso hay veces que ya reconoces a otros pasajeros, nos vemos todos los días y hacemos un trayecto juntos... es posible que de ahí creciera hasta una bonita amistad "Mi amigo, el que conocí en el metro..."
Y ya llegamos al sumun cuando dos personas que se conocen coinciden en el mismo vagón y empiezan a hablar sobre sus respectivas vidas o cuando alguien habla por teléfono... quieras o no quieras debes enterarte de esas vidas completamente ajenas a ti...(lo peor de mi caso es que además se me ha borrado la música de mi móvil y no puedo ir con las orejas entretenidas, una conversación se convierte en el mejor pasatiempos en esos casos.)
Pero, hay algo que no entenderé nunca ¿por qué la gente se dedica a colapsar la entrada situándose en el escaso 1,5x2 metros cuadrados que existe entre las puertas? Hay un pasillo entre los asientos con barras donde la gente puede sujetarse... no es necesario ocupar ese espacio e impedir que la gente entre y salga. Ya se que a veces resulta imposible porque el vagón va lleno, pero en muchas otras ocasiones, la gente entra y se para en ese tramo y no deja que la gente continúe entrando, cuando el resto del vagón está vacío...
Por favor, ya no se trata de solidaridad, son simplemente unas sencillas normas de ciudadanía...
Yolanda Menadas Tortajada
